[...] Como conté en esta entrada, una noche, sin previo aviso, comencé a notar una obstrucción en una mama que crecía y crecía conforme pasaban las horas. A la mañana siguiente descubrí que en el pezón tenía un punto blanco, casi del tamaño una lenteja (sin remojar), que en aquel momento era un auténtico tapón: fue pincharla y empezó a salir toda la leche que durante todas las horas anteriores no había sido capaz de vaciar ni siquiera mi hijo. Así comenzó mi historia personal con las perlas de leche, que me acompañaron durante casi cuatro meses de forma intermitente. (Más info) [...]
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